





Al son de cuatros, maracas, rayos, campanas y tambores de madera se disfruta del calipso en El Callao, al sur del estado Bolívar. Este ritmo llegó a Venezuela a mediados del siglo XIX gracias a la inmigración de hombres y mujeres provenientes de las antillas británicas y francesas, quienes se trasladaron al país para trabajar en las minas del lugar luego de que se les dieran a los ingleses y galos la concesión de la explotación del oro. El calipso no fue sólo transplantado a la cultura guayanesa, sino que fue transformado, tomando características propias como sus fuertes letras, el tono picaresco con que narra sucesos locales y la utilización de ciertos instrumentos musicales venezolanos.
El festejo del carnaval también tomó tonos particulares, que aún se conservan y han convertido a esta celebración en un atractivo turístico nacional. Al ritmo del calipso se realizan durante varios días comparsas de disfraces que desfilan acompañados por los pobladores. Esta festividad cuenta con unos personajes propios y característicos, que son las Madamas, los Diablos y los Mediopinto. Las Madamas (palabra que se deriva del sustantivo francés madame) son personajes femeninos que visten ropajes vistosos al estilo de las matronas de Guadalupe y Martinica, además de coloridos pañuelos anudados en la cabeza. Originalmente, estas mujeres eran las encargadas de transmitir la tradición a las nuevas generaciones, incluyendo la lengua, los trajes y las costumbres. En su mayoría, eran unas señoras grandes y bastante gordas, que tenían al calipso como parte de su personalidad.
Actualmente, quienes las interpretan en El Callao no consideran a sus trajes un disfraz, sino que lo ven como una investidura y toman como un honor representar a sus antecesoras que fueron parte fundamental de la cultura antillana. De hecho, se sienten con la responsabilidad de mantener viva la tradición.
Los diablos llevan ropas de color rojo y negro, máscaras y tridentes, que usan para abrir paso a las comparsas. Por su parte, los Mediopinto son personajes que deambulan en medio del desfile, solos o en grupo, con el rostro y las manos pintadas de negro.
La celebración del carnaval y la interpretación del calipso han desbordado las fronteras de la población de El Callao para transformarse en una expresión de la cultura de todo el estado Bolívar.
Según se reseña en el apartado “Manifestaciones Colectivas” del Catálogo de Patrimonio Cultural Venezolano, el manare es un utensilio que se fabrica con la fibra del camure. Tiene forma cuadrada, con ocho travesaños de madera al costado, dos por cada lado, y tejido al fondo, mide aproximadamente entre 72 y 75 cm. Los indígenas kariña utilizan el manare para colar la harina de yuca con la que hacen el casabe.
Los bailarines danzan al son de la canción:
“Para tejer el manare dos filas solas se van
una que va por delante y otra que va por detrás”
Larai, larai, lala, larai larala.....(Bis)
Se parece al Sebucán Muy difícil de tejer,
El que lo baila lo baila y el que no no ha de
Aprender..
Larai, larai, lala, larai larala.....(Bis)
La Fundación Grupo Experimental Tambó nace el 23 de febrero del año 2002, cuyo objetivo principal fue el de crear un Ministerio de Danza Tradicional-Popular para contribuir con la reafirmación y conservación de nuestras tradiciones, a través de la investigación, proyección y difusión de las diferentes manifestaciones culturales de Venezuela. Su directora Antonella Labady Boccardi se inició con la dirección del grupo a los 14 años; y en la actualidad cuenta con 21 años de experiencia en danzas tradicionales obtenida en el Ateneo de Ciudad Guayana (Casa de la Cultura) del Estado Bolívar. También cuenta con el apoyo del profesor Antonio Heredia, coreógrafo, que cuenta con 7 años de experiencia obtenida en la Fundación La Salle en el grupo de danzas FLASA, es actual facilitador de danzas en Fundación La Salle. Funda-Tambó está conformado por 45 niños y jóvenes a partir de los 4 años, quienes reciben formación teórica-práctica a través de talleres permanentes durante toda la semana.
La Fundación Grupo Experimental Tambó se creó con la finalidad de mantener y proyectar las manifestación es su estado autóctono, tal y cual se dan en los pueblos. Tanto sus fundadores como sus participantes mantienen con entusiasmo la necesidad de investigar e interpretar el amplio y rico legado de las tradiciones venezolanas. La propuesta escénica busca integrar los significados esenciales de la tradición, con las exigencias artísticas del sitio donde se presentan, recreando las coreografías, sin perder la esencia de los bailes.